Quién no fuera aquel que corrompa tu carne,
que te observe mientras duermes distante en las madrugadas,
que logre descifrar tus misterios,
que conozca tu locura.
Quién no fuera el iris de tus ojos,
la lagrima que quema tu mejilla,
el tatuaje que enmarca tu ombligo,
el extasis en tus labios.
Quién no fueran las cuatro paredes
que en secreto y egoistas
admiran tu desnudes,
el ave que canta en tu ventana cada dia
cuando la mañana ilumina tu descanso,
la noche helada que eriza tu aterciopelada piel
y endurece tus senos.
Quién no fuera mar de palabras
que nace fugas en tu boca,
el aire que rosa tus contornos.
Quién no fuera aquel a quien le rezas,
pero mejor aún,
quién no fuera aquel por quién algún dia llores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario