Vamonos a un lugar muy lejano
donde no sufre el tiempo el mirar de los espejos,
ni el desgaste de los cuerpos.
donde no hay lluvia ácida para quemarnos la lengua
que peca siempre lúcida en nuestra orgía sin tregua.
Donde matar no es pecado,
si fue por traición u ofensa,
"dios" fue ya decapitado,
todo es placer y belleza.
Ahí el vicio no nos daña
ahí la noche es eterna
la luna de oro nos baña
y la pena siempre es ajena.
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