Hoy vi a la Muerte,
no es blanca ni cadavérica,
su mirada no es hueca,
su voz para nada tétrica;
es su cuerpo escultural,
es su cara bella,
su risa es sensual,
a mortales placeres te invita.
Bésame Muerte mía ¡
Enfríame con una suave caricia,
con besos inyecta en mis venas,
el dulce licor de tu veneno,
con tus uñas marca epitafios en mi espalda,
en un infinito orgasmo, deja mi alma vacía.
Llévame a los veinticinco,
Y deja mi cuerpo presentable
para el último adiós,
deja mis ojos abiertos,
en mis labios traza una risa;
llévame en otoño,
cuando las hojas sobre mi ataúd caigan
y tómame una foto para recordar
que ya no soy nada,
mas que alimento para larvas empaquetado en madera.